30 de agosto de 2008

Hoy he vuelto a llorar

Hoy he vuelto a llorar
Y ya no me acordaba de cómo se hacía
Y ya no recordaba que mis lágrimas eran saladas
Y ya no recordaba de cómo recorrían mis mejillas
Y ya no recordaba cómo se suicidaban al llegar al límite de mi rostro
Y ya no recordaba que dejaban un surco en mi piel
Y ya no recordaba que mis lágrimas de tristeza eran negras
Y ya no recordaba cómo era la sensación de llorar
Y ya no recordaba...
Y es que hacía demasiado que no lloraba, y hoy, sin más, por ti, por mi, por todo, he vuelto llorar como antaño.
Con lágrimas negras viajando por mis mejillas y dejando una huella que sera imposible borrar

5 de agosto de 2008

Los Juegos

En los juegos en equipos se busca gloria, dolor y el comentario jugada a jugada. Aunque también hay juegos más solitarios, los juegos que cada quien juega solo. Los juegos sociales y los mentales nos sirven para matar el tiempo, para hacer que la vida sea más interesante, para distraernos de la realidad de las cosas. A algunos nos encanta jugar juegos, toda clase de juegos, y a algunos nos encanta jugar en exceso.

La vida no es un deporte espectáculo, pero si es un juego, ganes, pierdas o empates, el juego está jugándose sin importar si queremos o no que se juegue. Así que, adelante, discútele al árbitro, cambia las reglas, haz un poco de trampa, tómate un descanso y hazte ver las heridas.

Pero juega. Juega con velocidad, con ahínco, juega libre y despreocupadamente, juega como si no hubiera mañana poruqe no se trata de ganar o perder, sino de cómo te
desempeñes en el juego.

Las heridas

Es fácil sugerir una solución rápida cuando no se sabe mucho del problema, cuando no se entiende la causa de fondo o simplemente la profundidad de la herida. El primer paso para llegar a curarse de cualquier tipo de herida consiste en saber exactamente de qué padecimiento se trata.

Debemos olvidar el pasado que nos trajo adonde estamos, ignorar las complicaciones futuras que puedan surgir y buscar la solución rápida. Como estudiantes, como amigos y como seres humanos todos tratamos de dar lo mejor.

Pero el mundo está lleno de giros inesperados, y justo cuando sabes qué terreno pisas, se te mueve el piso y hace que caigas. Si corres, con suerte el resultado es sólo una herida superficial, algo que puedes cubrir con un parche.

Pero hay heridas más profundas de lo que parecen ser en un principio, y requieren más que sólo cuidados rápidos. Hay heridas a las que tienes que arrancarles el parche, dejarlas respirar y darles tiempo para sanar.

El Karma

A veces incluso los más cautos tomamos decisiones precipitadas,
malas decisiones, decisiones que sabemos que lamentaremos al momento, al instante o quizás a la mañana siguiente. Quizá no lamentaremos precisamente, porque al menos lo intentamos, pero aun así algo en nuestro interior decide hacer algo alocado, algo que sabemos que quizás haga que nos salga el tiro por la culata pero sin embargo lo hacemos de todas formas.

A lo que me refiero es que cosechamos lo que sembramos, el que la hace, la paga. Es el karma, y lo veas como lo veas, el karma es horrible.

De una u otra manera, nuestro karma hace que nos enfrentemos a nosotros mismos. Y podemos ver nuestro karma a los ojos o podemos esperar a que nos tome por sorpresa. Como sea, nuestro karma siempre nos encuentra. Por más que te esfuerces, nadie puede escapar de el, nos sigue a casa.

Y supongo que no podemos quejarnos del karma. No es injusto, no es inesperado, simplemente iguala el marcador. Incluso cuando vamos a hacer algo con lo cual sabemos que el karma nos hará salir el tiro por la culata…no hay ni que decirlo…de todas formas lo hacemos.